Retroactividad III
Salí hacia la madrugada dejando un cartelito que mentía por mí sobre la mesa: -Fui al hospital a sacar turno, un beso- Y estuve de pronto en la calle, luego en el asiento del colectivo mirando por la ventanilla, después caminando bajo el alba azulada, filosa y fría, buscando la dirección del balcón ése que hasta entonces imaginaba; todo con la misma deliciosa aceleración que me marcaba el tiempo en las venas desde que cerré con llave, muy despacio, hasta que toqué timbre y pregunté por Hernán.
Y resulta que Hernán dormía, recién bañado, convencido de que ya no llegaría ésa que buscaba solamente ver qué - se - siente - engañando - a - un - novio...
Muy equivocado estaba, por cierto.
Muy equivocado estaba, por cierto.