jueves, septiembre 06, 2007

Un hombre que se ha ido y éste que recién se hace niño son dos que jamás se habrán conocido, y tanto los une. Recuerdo a Hugo mientras me cuentan de Nicolás. Me escapo, corro bajo el ala de estas palabras, con los ojos vidriosos. Mi madre queda en la cocina, con una sonrisa. Mejor así. Lo demás, me lo cargo al lomo yo.

Crimen y Castigo II

Tengo que abrir la puerta y ver, sobre la mesa, una esquela. "Mi amor" "La pasé muy bien" "Me haces feliz". Tengo que recordar lo que no llego a ser, lo que no sé que tengo, lo que no sé qué me falta.
Y qué mierda tengo que hacer, incendiarlo todo, destrozar hasta lo mínimo. Tengo que cerrar la puerta y seguir camino, tengo que no llorar en un furgón donde un infeliz se me queda mirando, esperando algo que no tengo ni quiero darle, algo que nadie tiene, algo que nadie tiene que darme ni me da, algo que tengo y se me está secando, donde tengo que esquivar las miradas trabajosa y fatigadamente.
Y tengo que llegar y antes tengo que atravesar la vereda entre la gente, tengo que saludar, tengo que sonreír, tengo que olvidar que mañana no tengo que hacer nada, aunque sí tenía, pero siempre tiene algo suyo que se me atraviesa a mí. Tengo que sacar la voz a través de la garganta, tengo que repetir la belleza de los versos, tengo que colorear el timbre con estas obligaciones muertas que tienen que dejar de agobiarme. Y mi canción sale opaca y muda. Todos aplauden, porque tienen que aplaudir. Yo tengo que irme para volver, luego esperar. No tengo que esperar más.