Los haikus son construcciones poéticas de diecisiete sílabas, tradicionalmente formadas por tres versos de siete, cinco y siete sílabas respectivamente, que describen en forma breve una escena o emoción. Con sólo tres versos y a través de la observación, los poetas del haiku han sabido expresar su relación con la realidad transmutándola en imágenes. Son composiciones precisas, misteriosas e intensas.
viernes, diciembre 14, 2007
martes, diciembre 11, 2007
absurda tierna oniria de mi madre
Noche que se corta en la luz
de mi cuarto se oye
el quejido ahogado
sueña mi madre
con mi niñez
con mi padre
* ********************************** * * * * * * * * * * *al aire
*** ******************************** * *de risibles pesadillas
******** ********************** * * *soledades inexorables
*********** * *************** * *absurda tierna oniria
*********************** * *de su mente de niña
********** * ********** * * * * *Mi madre niña
no puedo decirle
de tanto que tengo
ahora que ya no soy pobre
Mi padre que la duerme
con un beso
me deja irme con
algún circo
como siempre lo hizo
mi padre me hizo libre
mi madre me hizo mujer
me hicieron amor siendo amor
Cirujear
algo hay que dejo todo.
La letra de Un Medio Ciego que se mira al espejo con el ojo malo.
Mi vida viaja a mis espaldas: bombachitas, necesér.
Busco una casa vacía donde volver. Que tenga luz y un número en el teléfono, agua en las cañerías y gas para el frío del agua y del aire
aunque ya nunca más el frío.
martes, diciembre 04, 2007
athorino
en las coloridas, de los volantes.
en las descoloridas
en los carteles sucios y oxidados.
en las tarjetas de corazoncitos
-en las de telo-
en las pintadas al aerosol.
en los errores de ortografía también vive la literatura.
en su libertad.
por leerlo todo.
por eso lo admiro.
miércoles, noviembre 21, 2007
madame
Se deleitan algunos.
Trabajan en mí, cómo pueden trabajar de eso en mí.
Cómo pueden no sentir la repulsión de rigor.
jueves, noviembre 01, 2007
fauno patrio y peronista
escapa bestial
y
desgarra la raja línea virginal de la imagen. Fauno
que me está buscando a mí,
la puta niña que le sonríe del revés
de gemido abierto de piernas,
perfumada
de sales y de hambrunas
la que no escapa
y el animal
llega, arrasa con los cristales
intactos
hasta lo alto de la niña puta
que aún mejor
ante los ojos negros del fauno
(negros de café, supe después)
en la blanca memoria
del acabe.
martes, octubre 30, 2007
jabón
Ropa que flota y corta el fondo azulmarino, la tanda roja reluce en prolijamente acomodadas perchas, perfectamente espaciadas a ojo, perfumada y húmeda baila silenciosa y callada con la invisibilidad del viento que cabecea y la enamora. La luz real y natural vendrá a robarse el cortejo en cinco horas.
domingo, octubre 28, 2007
un país
Una tierra inventada y descubierta al mismo tiempo. Un nombre absurdo. La otra noche anduve por ahí, con luna llena y todo.
miércoles, octubre 10, 2007
sobrefragmento
Bueno, eso se te acabó. Ya te lo dije, te lo reitero, recordalo, se te acabó. Conmigo se te acabó. Sé perfectamente que no te preocupa. No te faltará compañía de la más variada, condición cuasi envidiable la tuya, de no ser por lo hipócrita de tu comportamiento, condenando el machismo por un lado y, por otro, considerando con tus actitudes hacia todas las mujeres que te rondan como una mierda, como un hueco donde depositar tus miserias y sentirte un poco hombre, como un culo donde bombear tus contradicciones irresolutas..."
viernes, octubre 05, 2007
lutos
En noches como ésta, ante el advenimiento de una tormenta, de la intensidad que fuere, mi viejo siempre desenchufaba todo. El microondas, el televisor del comedor, las dos heladeras, el radio reloj, la antena de tv cable, la línea telefónica, el lavarropas. También se encargaba de colarse sigilosamente en mi cuarto para apagar y desenchufar mi antigua tele, una de ésas con el exterior de madera y a botonera, frente a la cual me dormía todas y cada una de las noches.
Me toca desenchufar todo eso a mí desde hace un tiempo. Ahora también tenemos freezer, y esta computadora. Tengo los auriculares puestos y ahora mismo temo que un rayo se escurra por los cables y me carbonice. Me divierte un poco fantasear con la idea. Igual tecleo.
Inminente, esta lluvia, igual a todas las lluvias negras...y la negrura del patio se ve sesgada brevemente a la luz de las amenazas de diluvio. Pienso en el cementerio donde yace el cuerpo de mi viejo. Pienso en la tumba descuidada, en el nombre mal escrito por algún boludo sobre el bloque de yeso, en el postergado rincón del camposanto que su condición última de jubilado le impuso. Tengo aún el roce frío y áspero del recuerdo de la primera noche después del callado e interminable mediodía de su muerte. El impulso desesperado que tenía por correr atravesando las treinta manzanas del barrio entero y las cinco de la villa que le sigue hasta llegar a la funeraria. Correr desaforada, agotando despiadadamente el aliento, que todos los pibechorro giraran la cabeza desde la vereda de enfrente al verme, y guardando el respeto se dieran cuenta del porqué:
Porque corría a buscar a mi viejo de vuelta de la muerte y a sacarlo de ahí.
A decirle, ya en el camino de regreso, con una mano sobre su hombro:
-dale, no jodas, no seas boludo, ahora no-
Los tres diferentes tonos del desamparo que percibí esa noche tanto por él, como por mi vieja y por mí, no volverán a ser tan tiranos, hasta que sólo quede yo, algún día, a solas, con el desamparo más tirano de todos.
Tres meses después, se me llenaban los ojos de lágrimas en la interminable fila para ginecología del mismo hospital público y lúgubre donde murió. Mi vientre se paralizó en señal de luto, mi útero se aletargó de angustia ante el primer vacío ganado por la muerte.
Me dijo el médico que era normal.
lunes, octubre 01, 2007
jueves, septiembre 27, 2007
Libro I
Con la mano inhábil ábrase por el medio dicho cuadernillo y, con la otra, a la altura de la primera marca guía, atraviésese desde afuera hacia adentro el papel con la aguja enhebrada en el punto justo del doblez, en sentido ascendente y sesgado. Déjense unos centímetros sueltos de hilo en la punta y procédase a la siguiente puntada en sentido contrario, respetando siempre las marcas asignadas en el borde de la mesa. Dependiendo del alto de la página se darán las puntadas necesarias, generalmente seis.
Una vez finalizada la primera vuelta, se encima el siguiente cuadernillo y se reitera la operación, reparando en que deben lazarse dos de las puntadas con las vueltas de hilo visibles en el canto del cuadernillo para lograr firmeza en la sujeción entre un cuadernillo y otro. Al finalizar en el extremo, se realizan tres nudos simples con el tramo de hilo que se dejó suelto en un principio y se retoma la costura del próximo de los cuadernillos, dispuesto de la misma manera que los anteriores, cuidando siempre respetar las marcas y no perder la alineación de los orificios de entrada y salida de las puntadas, ni omitir las lazadas y nudos finales. La costura termina con el ajuste de los hilos por medio de pequeños y delicados tirones y, finalmente, tres fuertes nudos.
domingo, septiembre 23, 2007
Neko San
Lo sigo haciendo, aún, de vez en cuando.
Raramente recibo contestación, pero lo hago con agrado.
Soy siempre la primera, la que inicia la comunicación.
Sin embargo, desde hace mucho tiempo no recibo una carta
escrita por alguien que comience el intercambio.
Una carta a la que yo sea quien debe responder.
Pues sí, alguien me recordó al escuchar un disco de Johnny Cash
y se tomó el tiempo para contármelo enviándome unas palabras.
De ese modo me hizo dueña de una canción que le había referido.
Ya no es de Trent Reznor,
porque al oírla por J.R. admitió que dejó de pertenecerle.
Así que, a riesgo de sonar irreverente:
I am still right here.
Ya no soy ese alguien más.
Soy quien siempre sigue aquí, mientras todos eligen pasar.
por más que se haya pretendido hacerme creer lo contrario.
El final de la carta llegó coronado con estas palabras de Silvio Rodríguez,
de los hombres, no de los amantes.
Los amores cobardes no llegan a
amores,
ni a historias, se quedan allí.
Ni el recuerdo los puede salvar,
ni el mejor orador conjugar.
*
Every one I know
goes away in the end.

lunes, septiembre 17, 2007
Para las ánimas.
sábado, septiembre 15, 2007
La Ridícula
Un Mensaje Nuevo, avisa el telefonito:
-Perdón. No puedo.
Y La Boca de pronto se la devora, resbala en su garganta oscura y maloliente, las calles se hacen hostiles, el frío recrudece, la llovizna deja de brillar y ahora es vidrio en polvo que se le mete en los ojos. El monedero queda vacío y la lleva en colectivo a los brazos de otro, que la recibe con bondad y generosamente, si bien insiste hasta la exasperación en sacarle la ropa, si bien se la coje sin piedad, comiéndose con la mano el manjar que alguien más dejó enfriar en la mesa.
Y duerme desnuda en el abrazo equivocado. Una vez más, Ridícula.
viernes, septiembre 14, 2007
lunes, septiembre 10, 2007
Hembra.
Al verlo venir a lo lejos, sabiendo que el destino, la suerte, la casualidad o la justicia vinieron esa tarde a favorecerla, disfrutó de la calma gélida de la espera hasta tenerlo enfrente y, sin mediar palabra, le hizo estallar en la cara un golpe seco con el revés de la mano. Los nudillos inmediatamente se le abrieron en herida. Se miró entonces el dorso, reventándole en sangre, y levantó la vista hacia esa mejilla que ardía bajo los ojos que nada comprendían aún. Semejante emoción le ensanchaba el tórax, y al afirmarse sobre los pies comenzaba a sentir cómo lo alto de la espalda se le arqueaba, los brazos se separaban del cuerpo, los dedos de las manos se extendían y las fosas nasales se abrían, todo su cuerpo esperando, en franco desafío. La animalidad, así, tallaba en ella su obra más salvaje, una hermosa y digna hija finamente pulida a fuerza de exasperada paciencia nacía ahí, en medio de esa plaza, frente a la estación, entre la multitud.
Los había empezado a rodear la gente, silenciosamente.
El último atisbo de razón para evitar retornarle el golpe al que él debió recurrir fue un insulto crudo y pretencioso, por lo humillante, hacia su condición de mujer, que sólo consiguió dibujar en ella una sonriente mueca desquiciada y le dilató las pupilas colmándola de impiedad. Ese improperio se volvió el permiso para arremeter con todo el peso del cuerpo concentrado en la diestra, abiertamente, contra el pecho y voltearle la espalda sobre la tierra. Con la dignidad revolcada, luego de saltar inmediatamente para levantarse, él le hincó un apretón en el brazo y le susurró furioso entre dientes una última advertencia; apretón del cual ella se liberó tras varias sacudidas, hasta que en la última quiso arrojarle un nuevo revés que resultó errado e inexperto y permitió así que él le atajara la muñeca izquierda con una mano y la hiciera girar de un tirón para enfrentarla con el cachetazo que traía cortando el aire en la otra. Cuatro dedos llenos de tierra se le marcaron en el rostro, y otros cinco alrededor de la muñeca. Se restregó con dolor el revés de la mano lastimada.
Con los ojos cerrados se quedó procurándose aire por un brevísimo instante, los abrió agudamente clavados en los de él, elevando una ceja para hacerle saber que no fue suficiente, y se le rió resoplando por la nariz. Con un segundo insulto él acabó de darle su bendición para que ella se decidiera a propinarle el primer puñetazo de su vida, coronándolo así con el honor de encabezar la lista de los tantos merecedores. Todo quedó claro. El próximo golpe tenía destinataria y no vendría suavizado por falsas convenciones de inferioridad, sino que atropellaría estricto contra la mandíbula aunque, para sorpresa de ambos, no lograría tumbarla.
Ahora eran iguales.
Algunos amagaron a meterse, pero no tardaron mucho en darse cuenta de que esto era cosa de dos. Otros ni siquiera quisieron seguir observándolos, presenciar semejante contienda sería profanarla.
Desde lo bajo de la mirada, entre el mareo, sintió la sangre con su sabor metálico en la lengua. Se manchó los dedos de ese bermellón incitante al rozar los labios entreabiertos buscando tantear la herida. Al verla, él temió haberse equivocado y consideró el acercarse. Ella le cae con la frente sobre la nariz y rechaza así el último dejo de tolerancia. No la necesita, no la quiere. Se regocija con las gotas que ve correrle por el mentón, hilos de las venas que se desgarran y lo enfierecen.
Descarga pesadamente y libre de remordimientos el puño contra la sien de esta mujer que sostiene implacable la arremetida, y no duda. No está en ventaja. Sabe que ella no se valdrá de ardid alguno. No habrá lágrimas ni quejidos. No va a intentar escapar, pues esto es lo que buscaba. La ve caer una vez más y recuperarse del desconcierto del golpe frente a sus pies. Erguida nuevamente, acude a su cuerpo íntegro y se arroja sobre él. Se confunden en manotazos, los arañones de ella se le marcan en el cuello, él la doblega y, dejándola boca arriba, la apresa con su peso. Ella respira agitadamente, atrapada, buscando un instante para reponerse y aborrece el enfrentamiento con sus ojos. Flexiona, tras un grito ronco, una rodilla, y lo descoloca por fin. Se arrastra en cuatro patas hasta alejarse, mientras él se dobla de dolor a un costado. Trabajosamente se yergue, perdida por completo la compostura, y observa el gesto de él. Piensa en correr, pero no tolera la duda de saber cómo será. Quién terminará con quién.
Apena la estampa, mezcla de sudor, sangre, tierra, lágrimas. Los cabellos enmarañados, la mano herida, las uñas renegridas, los labios entreabiertos dejando ver más sangre desbordando una de las comisuras. El se repone y se sienta en el suelo. Llora callado. La mira desde abajo, ella se arrodilla a su lado y le acaricia el pelo, como solía hacer al besarlo, transitando con la punta de los dedos el recorrido desde el arco de las cejas, el contorno de los ojos, las mejillas, el filo de la mandíbula, el mentón, los labios…le imprime un beso enrojecido de sangre en la frente y se endereza. Se marcha lentamente, avergonzada, hasta que en la otra esquina, un niño de ropas sucias y rotas que corría detrás la alcanza y le deja entre las manos un ramito de fresias:
- Se lo manda el señor ése.
jueves, septiembre 06, 2007
Crimen y Castigo II
Y qué mierda tengo que hacer, incendiarlo todo, destrozar hasta lo mínimo. Tengo que cerrar la puerta y seguir camino, tengo que no llorar en un furgón donde un infeliz se me queda mirando, esperando algo que no tengo ni quiero darle, algo que nadie tiene, algo que nadie tiene que darme ni me da, algo que tengo y se me está secando, donde tengo que esquivar las miradas trabajosa y fatigadamente.
Y tengo que llegar y antes tengo que atravesar la vereda entre la gente, tengo que saludar, tengo que sonreír, tengo que olvidar que mañana no tengo que hacer nada, aunque sí tenía, pero siempre tiene algo suyo que se me atraviesa a mí. Tengo que sacar la voz a través de la garganta, tengo que repetir la belleza de los versos, tengo que colorear el timbre con estas obligaciones muertas que tienen que dejar de agobiarme. Y mi canción sale opaca y muda. Todos aplauden, porque tienen que aplaudir. Yo tengo que irme para volver, luego esperar. No tengo que esperar más.
lunes, septiembre 03, 2007
Lourdes.
Como estrategia de defensa oigo atentamente sus palabras, apelo a mi voz de tono más grave, a la palabra cortante, directa y certera, le busco algún giro forzadamente amistoso a mis respuestas sin perder la intención de imponer distancia, pero me sigo negando con firmeza a darle nada. Le advierto que tengo un largo tramo por caminar y que, de continuar con la insistencia, se iba a cansar de seguirme. Le prevengo de lo inútil de la escolta y sigo dándole conversación, aprovechándome del estado en que me confiesa encontrarse: en busca de algo que convertir en más dinero para seguir metiéndose vino malo y drogas vorazmente corrosivas, de efectos en extremo crueles por lo efímeros e irreversibles.
Así pasa, tras la primera confesión lograda, de un encontronazo físico a un duelo verbal que sé ganado. Eso me hace perder el temor y el nerviosismo, incluso bromeo con sarcasmo acerca del susto que me dió, enrostrándole que no tiene derecho a hacerlo y obligándole de ese modo a que se defienda argumentando con fingido arrepentimiento que no quiso faltarme el respeto y que una mujer como yo no merecía ser tratada así, como me trató. Hasta llega a pedirme disculpas al cabo de haber caminado unos metros más.
Es entonces que le asesto una pregunta intimidante: ahora quiero saber su nombre. Calla por un instante, supongo que víctima de la sorpresa, y retoma por el lado de volver a disculparse, o de bromear endilgándome ser policía, o incluso tratar de coquetear conmigo. Elogia alguna belleza que dice ver en mí, y toma prestada la idea de preguntarme mi nombre, suponiendo en voz alta y con sorna que debido al miedo que le tengo no voy a decírselo. Para demostrarle que ya perdió toda capacidad de generarme temor, se lo lanzo con descaro sabiendo que decírselo era dar por tierra definitivamente con sus amenazas.
-Lourdes, me llamo. Y vos seguís sin querer decirme el tuyo.
Al oír mi nombre no puede evitar dejar ver algo en su rostro, una expresión que no se corresponde con su imagen. Una revelación. Me dice, con gesto sorprendido y bajando el tono de voz, como quien miente, que tiene una hermana que se llama así. No digo nada, pretendo restar importancia a semejante punto a mi favor y simplemente me limito a seguir la conversación. Me pongo en papel de buena consejera y, emulando con astucia el argot con el que se dirigía a mí, le recomiendo dejar esa vida por otra que debería comenzar a buscarse, procurando la inteligencia por sobre todo, como única arma y escudo para salvarse del avasallamiento. Se lo reitero varias veces, sintiendo con pena que no me escucha.
A esta altura, tras varias cuadras caminadas, nos detenemos en una esquina en ademán de despedida. Me siento satisfecha y me causa cierta alegría saberme airosa. Me ofrece, ahora sinceramente, sus disculpas una vez más, vuelve al tono de confesión y necesita hacerme saber de su familia, integrada por seres diferentes, tan diferentes como una madre abogada y unas hermanas de buen pasar, e igualmente faltas de comprensión hacia su circunstancia. Y me ofrece, en su afán de redimirse, llevarme a comer algún día. Le agradezco la invitación pero la rechazo veladamente, bajo la broma de que iba a salirle carísimo pagarme una comida, teniendo en cuenta mi buen y enorme apetito. Me deja entrever, sin saberlo, que en un día alcanza a robar el mismo dinero que a mí me llevaría el trabajo de un mes completo, y se jacta de que con ese dinero orgullosamente me ofrecería acompañarle en una salida, sin importar cuánto llegara a costarle. Me sonrío cuidando de no resultar burlona y vuelvo a esquivar el convite con amabilidad. Le hago saber que volveré a pasar por la plaza, y que espero que nos saludemos. Como despedida final le extiendo la mano. Cambia de brazo la botella de plástico cargada con vino que lleva, se limpia repetidamente la palma en el pantalón y me devuelve el gesto con una mano delgada, refinada y suave. El apretón termina siendo más fuerte de mi lado y mirándome a los ojos decide la última confesión.
-Mirá, loca, yo no soy un pibe, no sé si te diste cuenta...
Claro que me dí cuenta. Al reparar en que yo lo supe, descansa en el secreto compartido, ya no le pesa tanto y me reafirma su atracción hacia mí, me dice que le gusto, que soy una mujer que quisiera tener a su lado para salir de esa vida y que me llevaría a conocer a su familia para que estuvieran orgullosos de que esté con alguien como yo, que me cuidaría, que no permitiría que cosas como la que ella misma me acababa de causar me sucedieran. No puedo corresponderle y nunca podré. Pero quiero todavía saber su nombre.
-Pero no me dijiste cómo te llamás. Yo sí te dije mi nombre.
-Me llamo Lourdes, igual que vos.
viernes, agosto 31, 2007
sábado, agosto 25, 2007
Estaqueado con alfileres.
viernes, agosto 17, 2007
Hazmerreír
A veces, al amparo de la opulencia de su Reino, saltan intrépidos el muro o sólo se asoman cobardemente para mofarse. Esto no los redime. Sólo puede haber un hazmerreír.
lunes, agosto 13, 2007
Retroactividad V - Serenata incluída.
Al pie del umbral de la ventana de la pieza del frente de un conventillo de La Boca, en la calle Hernandarias, debería haberse oído, alguna noche de plenilunio, esta serenata a voz y tambor chico de candombe.
en aguas de la Ribera
mientras, pálida de luna,
una lonja lastimera
repicará en tu techo...
Arroparé madrugadas
en la brasa de tu lecho
sólo pa' verlas morir
un poco más dignamente...
Tan breve me concebiste
que fui sentenciada a ausente
y la humildad de mi glosa
juzgada de felonía
por su incómoda llaneza o
su pretenciosa belleza...
Fin del Pan de Los Amantes...
silencio que enluta con manto invisible.
La Novia del Riachuelo es la de antes...
desnuda, sola, penando serenatas
bajo ventanales de imposibles
viernes, agosto 10, 2007
sábado, agosto 04, 2007
Tamaño Niño
jueves, agosto 02, 2007
teoría de la evolución
La Chapita
La chapita, una chapita en mi garganta, dios. Trato de sacarla tosiendo, se incrusta más, desespero. El aire se me acaba, se materializa una línea bajando el límite verde fosforescente. Los ojos abiertos en la negrura buscan salvación para el cuerpo dejándose alumbrar por los números rojos de las 4:37 que amenazan en la oscuridad. Emito un quejido ronco y agudo, no sé si mis manos llegan al cuello pero tengo la sensación de estar intentándolo.
Hasta que empiezo a pensar: -Me dejó otro tipo más, cómo me duele carajo, ya va a pasar, despertate del todo para no volver a soñar lo mismo. El aire llega, la garganta se abre, la chapita vuelve a la mente envasada como recuerdo y duermo otra vez mi sueño, que es un ancho listón oscuro, sedoso y sucio como una alfombra tendida en la calle, que acabaría pisoteada inexorablemente.
sábado, julio 28, 2007
Los Poemas Ocultos
domingo, julio 15, 2007
La piel desde adentro.
martes, julio 10, 2007
martes, julio 03, 2007
Me cansé.
domingo, junio 17, 2007
Eva.
domingo, junio 03, 2007
Crimen y Castigo
Mire Señor mío, estas horas que nos brindamos de cuando en vez, se me hacen tan generosas que no hay puerta cerrada que me quite el goce. Y no se pregunte si alguna vez se cansará...esto que tenemos será siempre aquí y ahora.
¿Me regala este bello ejemplar que tengo entre las manos porque cree que saldré de él mejor de lo que he entrado..? Sépalo, no será el libro, sino Usted, su fe y su interés en mí y en mi pequeña cotidianeidad los que me habrán hecho mejor.
Y aún cuando nos llegue a Usted y a Mí -como dos individualidades-, y a Nosotros -como esos Dos que somos cada tanto-, el momento de convertirnos en mutuo recuerdo y dejar de ser este presente, mi agradecimiento persistirá con el mismo humilde amor que le profeso ahora.
Espero que sepa no asustarse ni mucho menos compadecerse o alejarse de mí ante lo que acabo de decirle. Este es un amor que sabe de quién se enamoró, y sabe cómo enamorarse, que nace del más puro agradecimiento, como única respuesta posible ante tanto que Usted lleva dentro y brinda, ya sea sin darse cuenta, ya sea a plena conciencia.
Ninguna pretensión se esconde tras estas palabras, jamás le diré que lo amo ni buscaré eso de Usted, este amor no es un convencionalismo. Sencilla e inevitablemente, logra abrirse paso para llegar...este amor no vino a cambiar nada, sólo arribó insolente hasta las puntas de mis dedos para presentarle mis respetos en el tipeo de estas palabras un poco trasnochadas.
Siento, ya llegando al final, que me arriesgo a su reacción. Y a la vez lo hago porque confío plenamente en ella.
Lo espero entonces, hasta el Lunes, ansiando hallarlo en este pobre medio que nos deja con ganas de tanto...
lunes, abril 30, 2007
Miguel, al partir.
Jugaban a los autitos, trepaban el sauce llorón de la vereda, corrían en sus bicicletas por el asfalto recién alisado...él la llamaba a la hora de la siesta invocando su nombre con un sonido cantarín y gutural, y ella respondía saliendo contenta, siempre con algún bello y sencillo vestido que su madre cosía.
Algunas polaroid descoloridas los muestran muy unidos, juntos, de pie, con los brazos a los lados del cuerpo, sonrientes y entrecerrando los ojos ante el resplandor solar, con el barrio pobre y amplio de fondo.
Una vez, él le mostró una lechuza enjaulada que daba una vuelta completa de la cabeza sobre el eje de su cuello. Ella se asombró en principio, y se echó a llorar luego, creyendo que a la pobre ave le debería doler...el encierro en la jaula, claro está. Entonces, en honor de ella, él se ganó una paliza de su hermano mayor soltando esa misma medianoche a la lechuza, para que no volara a ciegas el pobre animal.
Y la pobreza, que se hacía amplia en el barrio y en el Paisito, empujó a la niña y a su familia a cruzar el río por sobre los puentes, tratando de ganarle la carrera a las carencias.
Así fue que ambos, cada uno de su lado del río, aprendieron prontamente a escribir y se hacían llegar algunas cartas de letra enorme y prolija a fuerza de su lentitud y de la atenta mirada de sus madres que colaboraban en la redacción.
Pero las oficinas de correos no fueron hechas para funcionar, así que muchas cartas y postales de cumpleaños se perdieron quién sabe dónde, al igual que el interés de ambos en enviarlas, fruto del advenimiento de la adolescencia y del crecimiento de las inseguridades y la timidez.
Se ve que él no halló a nadie más que atendiera su llamado. Así que resolvió abandonar su vida en una última carta que no necesitaría del correo, dirigida a sus más queridos, justificando su partida en la incomprensión ajena, el aislamiento que le producía no oír como todos oyen y no haber hallado a nadie que supiera escuchar sus palabras, que no sonaban como las de todos, a pesar de cargar los mismos significados.
Ella lo supo un día, del otro lado del río. No lloró. Pero cuando llora de soledad, se pregunta si él no habrá sabido esperarla. Y la única manera de comprobarlo que tiene es seguir viviendo, para que, al llegar al final de sus días, pueda saber si era él quien debía acompañarla y no tuvo la paciencia suficiente; o bien dejar la existencia sabiendo que la vida le deparaba otro amor, que no sería el de Miguelito (que ya era Miguel, al partir).
domingo, abril 29, 2007
Creo que fue culpa de Nick Drake
No hay mucho que decir, en realidad. Sólo cosas tales como que es una pena que no nos hayamos conocido en otro estado civil suyo, pues ahora hallo con justeza a ese tiempo transcurrido tan irreversible como la muerte misma. Y ahora sé bien qué es la muerte, desde que mi padre me falta.
Usted sabe que busco un amor. Un amor hermoso, que me colme y no me deje en paz, que se me meta por los ojos y los poros, que se me imponga y me derrote, que me doblegue, dulce e implacablemente.
Así que seguiré buscando.
Usted ya tiene un amor, y seguramente no recuerde cómo era no tenerlo, pero yo vivo esa falta todos mis días, y la estoy sufriendo en demasía.
Mientras escribo me voy arrepintiendo, pienso en nuestros pendientes, en las fotografías suyas que había imaginado, en Crimen y Castigo, en todo lo que le pedí que me enseñara y quedará trunco, en todas las palabras que le hubiese obsequiado inspiradas por su recuerdo, en putearnos frente a frente en la popular de algún Boca-River, en todas las sábanas de hotel que hubiéramos desarreglado, en que me hubiese gustado que me viera cantar creyéndome murguista en la gloria del Teatro de Verano Montevideano, en que nunca le leí el capítulo siete de Rayuela, en los dulces que le pedí descaradamente que me regale, en que a nadie le parecerán tan interesantes mis historias como a Ud...
Había considerado primeramente la posibilidad de esperar la llegada de ese momento de la decepción que Ud tanto recalcaba, pero prefiero emular una de sus retiradas gloriosas, que nadie nota jamás, que nadie recuerda, que nadie aplaude.
Y me despido de Usted y de sus oscuros y profundos ojos, de la varonil vibración de su voz, de su cuerpo en mi abrazo, de lo bueno y lo malo que Usted es.
Así que añado un nuevo y último capítulo para que relate a sus amigos, que tampoco conoceré jamás, aunque Buenos Aires es tan pequeña cuando se le antoja...
Le dejo mis besos, Usted los conoce. Me quedo con los suyos, todos los que quiso darme.
sábado, abril 28, 2007
sinsolucióndecontinuidad
martes, abril 24, 2007
Retroactividad IV
Me vió con asombro, se ve que le gusté. No era época de mail ni chat en mi vida, ni en la de él, así que hubo que confiar sólo en las descripciones, pero habíamos sido sinceros.
Me invitó un cigarrillo para desayunar...y yo no sabía fumar. Así que tiraba el humo para que él riera...
No recuerdo cómo llegamos a besarnos, pero sé que no quise terminar en la cama, y se ofendió. Era muy tarde ya, mi llegada fue al amanecer, y cerca de mediodía me estaba echando a la calle, indignado por mi negativa. Mi decisión era firme, iba a esperar un poco más, quería verlo de nuevo, salir a alguna parte, no ir y cojer como si fuese de entrega a domicilio. Así que me acompañó a la parada, en la vereda de enfrente, y el colectivo no llegaba...no llegaba...
No recuerdo tampoco de qué hablabamos, la situación era tensa, él estaba encaprichado, y yo más.
Pero en un momento empecé a verlo lindo, a pesar de que le había errado feo con la ropa, y le dije una sola palabra que quedó acuñada en nuestra historia:
-Reconsideramos???-
sábado, abril 21, 2007
Retroactividad III
Muy equivocado estaba, por cierto.
martes, abril 17, 2007
Retroactividad II
Morocho, de pelo largo y enrulado, metro ochenta, de barba...se describió. Arrastraba lo vivido en la voz, un poco enronquecida y firme.
Y seguía yendo a sentarme en casa de mi novio; a hablar con su madre de sus enfermedades, de sus otros familiares, de su ex esposo que vivía en el cuarto de arriba que alguna vez habían compartido, y que sólo salía de ahí para comer hamburguesas a la plancha, todos los días una caja de cuatro, todos los días la plancha sucia, la grasa que se montaba a la grasa; el mate dulce, frío y lavado que sebaba esa mujer tan fuerte, tan oprimida y tan desgraciada; los dos perros envejecidos y gordos que jamás aprendieron quién era yo, y me ladraban furiosos al verme llegar; los pelos en la comida, (cada vez que comía en esa casa mi plato tenía algún pelo)...y los Viernes de sexo entre los dos novatos que éramos mi novio y yo, donde gemía, exagerada, como en esas películas que nunca había visto (era claro que todos en la casa me habrían oído alguna vez, preferí no reconocerlo jamás), esas noches de Viernes donde él me decía Te Amo al acabar dentro del riguroso preservativo de la misma rigurosa marca comprado en el mismo riguroso hipermercado en caja de doce...esos Viernes donde yo esperaba que él se durmiera, para masturbarme cruzando fuertemente las piernas y sin usar las manos, mientras miraba, como una virgen lasciva y traidora, las rayitas que codifican la imagen de Venus, para adivinar esas películas que nunca había visto.
lunes, abril 16, 2007
Retroactividad I
Gimientes, melancólicos, misteriosos, desesperados, infieles.
Marcando 1, envíe un mensaje, marcando 2 pida una conversación en vivo, marcando 3, bloquee al usuario, con el 4...
Algo destacó a aquella voz. Cierta belleza, sí. No recuerdo qué decía mi mensaje, ni el suyo.
Pero las conversaciones se llevaban las noches enteras y amanecían para sorprendernos, uno imaginando al otro.
Y mi novio dormía y amanecía como todo el mundo, en silencio.
Dos
Nos volvemos dos, lentamente, entibiando la piel con el aliento que atraviesa los labios, alimentando el pulso del músculo con más deseo del que alcanza a albergar el cuerpo.
Sonreímos donde todos prefieren devorarse, hermosos y solos.